La estrategia End TB para «terminar con la tuberculosis» requiere el acceso universal a las pruebas de sensibilidad a fármacos (drug susceptibility testing, DST).1 No obstante, solo se notificó el 39 % de los 448.000 casos estimados con multirresistencia (multidrug resistant, MDR) en 2018, y solo el 32 % de estos casos recibió tratamiento.2 En 2017, solo en el 50 % de los casos de TB con MDR o resistente a rifampicina (RR) se realizaron pruebas de resistencia a fluoroquinolonas y a fármacos inyectables de segunda línea.
Al mismo tiempo, la OMS ha ido publicando nuevas pruebas científicas y guías para el tratamiento de la tuberculosis multirresistente, recomendando el uso de nuevos regímenes farmacológicos orales que requieren DST.4,5 De igual forma, el aumento de casos de TB monorresistente a la isoniazida hace necesario el uso de pruebas de diagnóstico molecular fiables.
Sin embargo, hasta la fecha, las únicas pruebas moleculares recomendadas por la OMS para DST requieren una carga bacteriana elevada en la muestra, equipo de laboratorio especializado, personal debidamente formado2 y tardan mucho en producir los resultados.
La solución
El mundo necesita DST moleculares rápidas que puedan detectar la resistencia a los fármacos de primera y segunda línea más habituales, con un enfoque que no requiera habilidades ni equipo de laboratorio sofisticados.
La prueba ideal proporcionaría a los profesionales sanitarios resultados con la misma calidad, al nivel de un laboratorio de referencia, y en entornos sanitarios descentralizados, para permitir a más pacientes el acceso al tratamiento adecuado.