Las concentraciones de partículas en el aire de la sala blanca, que van de 0,1 micras a 5 micras, están estrictamente reguladas. Los equipos y herramientas que se construyan, fabriquen y utilicen deben hacerse de forma que se limite la introducción, producción y retención de partículas. Los operarios son la principal fuente de contaminación por partículas, tanto secas como portadoras de microbios, en el interior de la sala blanca. Puede provenir del cuerpo o de la ropa del operario. La sala limpia puede contaminarse por el elemento de la prenda, que puede incluir el propio tejido, o por el procesamiento del tejido, y las prácticas de lavado, así como la manipulación y el embalaje de la prenda.
Por lo tanto, es crucial comprender y evaluar cada paso de la cadena de valor que interviene en la producción y manipulación de las prendas, así como su rendimiento a lo largo del tiempo. El peligro de contaminación está directamente relacionado con el tipo de prendas utilizadas en la sala blanca. Por ejemplo, el uso de prendas de algodón, especialmente de algodón prensado duradero, dentro de un mono con un alto nivel de humedad puede dar lugar a altas concentraciones de partículas liberadas, y estas partículas pueden filtrarse por las aberturas de la prenda cuando el usuario se mueve. Mientras que ciertos sistemas de prendas son buenos para retener partículas, otros no lo son. En la eficacia filtrante de una prenda influyen el tejido utilizado para confeccionarla, así como el diseño de la prenda (como el tipo de costuras, hilo de coser, cremallera y cierre facial) y la calidad de fabricación.
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