La dureza del agua se considera el factor más común para dañar una caldera. El nivel de dureza (concentración iónica) de la afluencia de agua a una caldera normalmente debe comprobarse manualmente utilizando reactivos químicos conocidos como indicadores. La medición manual con estos métodos convencionales causa problemas como el consumo de tiempo, errores personales o desviaciones y falta de continuidad en el control de las fugas de dureza. La colorimetría resuelve todos estos problemas al ofrecer un sistema de monitoreo automático para la recolección de muestras de agua, la inyección de reactivos químicos, la mezcla y la evaluación.
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