Micoplasma: También conocido como micoplasma, el organismo procariota más pequeño y simple jamás descubierto, se estima que entre el 15% y el 35% de las células están contaminadas con micoplasma. La contaminación por micoplasma puede tener muchos efectos en las células, incluyendo propiedades metabólicas, inmunes o bioquímicas, estado de crecimiento y supervivencia celular, afectando a la estabilidad, fiabilidad y exactitud de los resultados experimentales; el micoplasma es difícil de detectar, y es difícil de eliminar, puede pasar fácilmente el filtro estándar de 0,22μm, y también puede antagonizar la mayoría de los antibióticos, causando enormes pérdidas al cultivo celular. Por lo tanto, es necesario analizar las células para detectar la contaminación por micoplasma de forma regular (por ejemplo, cada 2 o 3 meses). Existen varios métodos para detectar micoplasmas, como el cultivo en caldo o agar, la tinción fluorescente directa o indirecta, ELISA, PCR directa o indirecta, etc., siendo la PCR directa muy sensible.
Para garantizar la exactitud de los resultados de la PCR, evitar la amplificación inespecífica de la PCR y la contaminación, las medidas habituales son utilizar la enzima Taq de arranque en caliente y UDG (uracilo-ADN glicosilasa).
El centro activo de la enzima Taq modificada químicamente se bloquea de forma que la enzima no está activa a baja temperatura o a temperatura normal, de forma que no se genera amplificación inespecífica debida a la falta de coincidencia de los cebadores antes de la carga para la amplificación por PCR. A altas temperaturas (como 95 ° C), los grupos químicamente modificados se hidrolizarán y liberarán todas las actividades enzimáticas, logrando así el arranque en caliente de la enzima Taq. Minimizan la amplificación inespecífica y la formación de dímeros de cebadores, y aumentan la sensibilidad y especificidad de la amplificación.
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