En los últimos años, el problema de las infecciones adquiridas en los hospitales, las llamadas "infecciones hospitalarias" (IH) o "infecciones relacionadas con la atención médica", se ha convertido en una de las cuestiones más destacadas en el campo del control de infecciones. Varios factores diferentes han influido en este aumento: la aparición de microorganismos multirresistentes y el uso extendido de procedimientos médicos invasivos para el diagnóstico y tratamiento de los pacientes son algunos de los más importantes.
Para controlar el aumento de la incidencia de las IH, que contribuye en gran medida al incremento de los costes de la gestión sanitaria, se han desarrollado muchas estrategias diferentes. En primer lugar, muchos hospitales han creado una comisión compuesta por médicos especialistas en ID, microbiólogos, enfermeras y estadísticos que deben elaborar los datos de incidencia de las IH y diseñar nuevos enfoques de intervención para su control a corto plazo (a ser posible semanalmente). La alerta procedente de los datos microbiológicos sobre cualquier posible brote epidémico provocado por un microorganismo sospechoso debe ser gestionada por esta comisión en el menor tiempo posible, con el fin de frenar la difusión de la epidemia a un mayor número de pacientes o salas. Un conjunto limitado de microorganismos bien conocidos ha estado implicado en la mayoría de los brotes de infección en hospitales, aunque el espectro de los posiblemente llamados "patógenos hospitalarios" se amplía con el tiempo.
Los patógenos más comúnmente identificados en este grupo incluyen el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) y el Enteroccus faecalis resistente a la vancomicina (ERV).
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