La borreliosis de Lyme (LB) es una enfermedad grave en la que existe el riesgo de desarrollar enfermedades sistémicas, reacciones autoinmunes y enfermedad postinfecciosa. Los agentes causantes son cepas del género Borrelia. El vector de transmisión son todas las fases de desarrollo de la garrapata Ixodes. En Europa, se trata de una garrapata común (Ixodes ricicnus). La infección se produce principalmente 36 horas después de la picadura de la garrapata. La enfermedad se divide en varias fases: localizada temprana, diseminada y diseminada tardía. Sólo hay un 10% de formas crónicas en la fase tardía. La característica principal es una lesión cutánea localizada, eritema migrans (50% de los casos). Las manifestaciones clínicas dependen en parte del tipo de borrelia, ya que cada una tiende a migrar a otros tejidos. La artritis de Lyme es la más frecuente en B. burgdorferi sensu stricto (71%), la neuroborreliosis en B. garinii (22%) y las manifestaciones cutáneas en B. afzelii (5%).
Sobre la dinámica de los anticuerpos
Los anticuerpos IgM se forman unas 3 semanas después de la infección, alcanzan un máximo en 6 semanas, luego su nivel suele disminuir, seguido de la formación de anticuerpos de clase IgG. En la fase inicial de la infección, la determinación de anticuerpos específicos es importante, especialmente en los casos en los que los signos clínicos típicos no son evidentes. La mayoría de las enfermedades causadas por Borrelia burgdorferi son asintomáticas, lo que se pone de manifiesto en el hecho de que hasta un 10% de nuestra población puede detectar anticuerpos IgG anti-Borrelia.
Algunos síntomas clínicos de LB pueden ser similares a los de otras enfermedades, por lo que la determinación de anticuerpos contra Borrelia también se utiliza en el diagnóstico diferencial de neuroinfecciones, artropatías, carditis y enfermedades cutáneas.
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