La aguja de insulina se utiliza habitualmente con una jeringa para inyectar insulina en el cuerpo. La aguja es muy fina y está diseñada para un solo uso. Las agujas deben inyectarse siempre directamente en la piel (no a través de la ropa) en un ángulo de 90 grados para minimizar las fugas de insulina.
Las agujas se miden por su longitud y calibre, o grosor. La recomendación de utilizar una aguja de 12 o incluso de 16 milímetros, que antes era habitual, se considera ahora obsoleta a tenor de las investigaciones más recientes. Los médicos recomiendan ahora utilizar una aguja de 4, 6 u 8 milímetros. Las agujas modernas de 4 o 6 milímetros son lo suficientemente cortas como para no tener que pellizcar la piel antes de la inyección.
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