Los implantes craneales específicos para cada paciente son dispositivos médicos en forma de placa que se diferencian por su tamaño y configuración (en función del tamaño y la localización del defecto craneal) y que se utilizan en la craneoplastia para corregir defectos craneales. Los principales objetivos de la craneoplastia son evitar lesiones e infecciones del cerebro desprotegido, corregir las deformaciones craneales y restaurar la estética del cráneo.
En la actualidad, en la craneoplastia se utilizan principalmente las siguientes formas para rellenar los defectos craneales: injertos óseos, mallas, implantes craneales estándar, implantes craneales específicos para el paciente y sustancias poliméricas de endurecimiento rápido (PMMA). Esta última forma es relativamente barata; sin embargo, al utilizar PMMA, el implante se forma directamente sobre los tejidos blandos que recubren la corteza cerebral, aunque este material de endurecimiento rápido emite una temperatura de 72°-86°C (a modo de comparación, cabe señalar que los cambios en los tejidos blandos empiezan a producirse a partir de los 42°C). Además, utilizando PMMA, los resultados estéticos del hueso craneal suelen ser insatisfactorios.
Por lo general, en la craneoplastia se utilizan dos tipos de injertos óseos: los autoinjertos (o injertos óseos autógenos) y los aloinjertos. La diferencia entre ellos es el hecho de que el autoinjerto es el colgajo óseo que se obtuvo del mismo paciente que lo recibió, mientras que el aloinjerto es un injerto de una persona distinta de la que lo recibe. El uso de autoinjertos sólo es posible durante una craneoplastia primaria (planificada) y no pueden utilizarse cuando se trata un defecto de traumatismo craneoencefálico de alta energía cuando el hueso craneal está demasiado dañado.
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