El cáncer de pulmón es el segundo cáncer más diagnosticado y la principal causa de muerte por cáncer en 2020[1]. El cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPNM) representa la mayor parte (aproximadamente el 85%) de los cánceres de pulmón, mientras que el resto es principalmente cáncer de pulmón de células pequeñas (CPCP). Para cada paciente con sospecha de cáncer de pulmón, el objetivo general es un diagnóstico oportuno y una estadificación precisa para poder administrar el tratamiento adecuado.
Los biomarcadores sanguíneos son valiosas herramientas de diagnóstico para el tratamiento de los pacientes con cáncer de pulmón. No sólo apoyan el diagnóstico diferencial y la subtipificación histológica, sino que también se aplican para la estimación del pronóstico, la estratificación para terapias específicas, el seguimiento de la respuesta a la terapia, el seguimiento de la vigilancia y la detección temprana de la enfermedad residual o progresiva. [2]
CEA, CYFRA21-1 y NSE son marcadores tumorales utilizados para controlar la respuesta a la quimioterapia en el adenocarcinoma avanzado, el carcinoma de células escamosas y el cáncer de pulmón de células pequeñas, respectivamente. El ProGRP es un marcador útil en el CPCP, demostrando una asociación con la supervivencia en el CPNM y el CPCP limitada al análisis univariante[3]. Se ha confirmado que el CEA está estrechamente relacionado con el pronóstico del cáncer de pulmón[4] , especialmente el carcinoma de células escamosas.
Significado clínico
La expresión elevada del CEA tumoral puede ser un indicador de pronóstico adverso en los estadios IB del CPNM.