El cáncer primario de hígado es el sexto cáncer más diagnosticado y la tercera causa de muerte por cáncer en el mundo en 2020. [1] El carcinoma hepatocelular (CHC) es el tipo más común de cáncer primario de hígado en adultos y actualmente es la causa más común de muerte en personas con enfermedades hepáticas crónicas, como la cirrosis causada por la infección de la hepatitis B o la hepatitis C.
Los marcadores serológicos del carcinoma hepatocelular (CHC) son importantes para el diagnóstico precoz, así como para el seguimiento de la agresividad del tumor, la respuesta al tratamiento, la recidiva y la supervivencia. [2]
HCC se realiza habitualmente utilizando el marcador sérico alfa-fetoproteína (AFP), a menudo en combinación con la ultrasonografía. [3] La ferritina es otro biomarcador clínico del cáncer que se utiliza con frecuencia, ya que el cáncer puede alterar el metabolismo del hierro en todo el cuerpo, lo que en ocasiones se refleja en el cambio de los niveles de ferritina sérica [4,5].
Clinical Significance
AFP es una glicoproteína sérica que se reconoció por primera vez como marcador de CHC hace más de 40 años y desde entonces se ha descrito que detecta el CHC preclínico[3]. Como marcador significativo del CHC, la AFP es útil para evaluar los problemas en el manejo del CHC y controlar los regímenes de tratamiento. Además, la AFP también es un indicador de riesgo de CHC sobre todo en pacientes con cirrosis e infecciones por VHC/VHB[6].
Estudios recientes han descubierto que el tejido tumoral puede sintetizar y secretar ferritina. Se ha informado de que la ferritina tiene una sensibilidad del 50,8% al 88,0% para el diagnóstico del cáncer de hígado.