Los virus de la gripe se clasifican en los tipos A, B y C en función de las diferencias antigénicas de sus proteínas nucleoproteica (NP) y de matriz (M1). Sólo los tipos A y B se consideran clínicamente relevantes en humanos.
Las infecciones por virus de la gripe son los agentes causales de epidemias recurrentes de enfermedades respiratorias agudas en humanos. En particular, la gripe es muy contagiosa, puede propagarse fácilmente y es responsable de una morbilidad y mortalidad considerables cada año. Los ancianos y las personas con problemas respiratorios corren especial riesgo de desarrollar enfermedades graves y complicaciones.
Durante las epidemias, los virus de la gripe pueden causar entre 10.000 y 20.000 muertes en ancianos y pacientes con enfermedades cardiovasculares y pulmonares crónicas.
Los síntomas clínicos de la gripe son muy similares a los asociados a otros virus respiratorios, que a menudo circulan en la comunidad al mismo tiempo. La respuesta inmunitaria a la infección por el virus de la gripe está influida por el historial previo de exposición del huésped a los antígenos de la gripe. Los anticuerpos séricos aparecen en la segunda semana tras el inicio de la enfermedad, alcanzan títulos máximos a las 4 semanas y persisten durante meses o años antes de disminuir gradualmente.
El diagnóstico serológico de la infección gripal aguda se completa con la detección de anticuerpos de clase IgA y, en caso de una segunda infección, con un aumento cuádruple o superior del título de IgG entre los sueros de la fase aguda y los de la fase de convalecencia.
Método
Método inmunoenzimático para la determinación cualitativa de anticuerpos de clase IgA e IgG contra la gripe A en suero humano, utilizando un dispositivo desechable aplicado en los instrumentos Chorus y Chorus TRIO.
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