La L-tiroxina (T4) es una hormona que se sintetiza y almacena en la glándula tiroides. La escisión proteolítica de la tiroglobulina folicular libera T4 en el torrente sanguíneo. Más del 99% de la T4 se une reversiblemente a tres proteínas plasmáticas de la sangre: la globulina fijadora de tiroxina (TBG) une el 70%, la prealbúmina fijadora de tiroxina (TBPA) une el 20% y la albúmina une el 10%. Aproximadamente el 0,03% de la T4 se encuentra en estado libre, sin ligar, en la sangre en un momento dado. Las enfermedades que afectan a la función tiroidea pueden presentar una amplia gama de síntomas confusos. La medición de la T4 total mediante inmunoensayo es la prueba de cribado más fiable y cómoda disponible para determinar la presencia de trastornos tiroideos en los pacientes. Se han encontrado niveles elevados de T4 en el hipertiroidismo debido a la enfermedad de Grave y la enfermedad de Plummer y en la tiroiditis aguda y subaguda. Los niveles bajos de T4 se han asociado con el hipotiroidismo congénito, el mixedema, la cronotiroiditis (enfermedad de Hashimoto) y con algunas anomalías genéticas.
PRINCIPIO DE LA PRUEBA
En la EIA T4, se recubre una cantidad determinada de anticuerpo anti-T4 en pocillos de microtitulación. Se añade a los pocillos de microtitulación una cantidad medida de suero del paciente y una cantidad constante de T4 conjugada con peroxidasa de rábano picante. Durante la incubación, la T4 y la T4 conjugada compiten por los sitios de unión limitados del anticuerpo anti-T4. Tras 60 minutos de incubación a temperatura ambiente, los pocillos se lavan 5 veces con agua para eliminar el conjugado T4 no unido. A continuación, se añade una solución de reactivo TMB y se incuba durante 20 minutos, lo que da lugar al desarrollo de color azul.
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