La determinación de los niveles séricos o plasmáticos de la hormona estimulante del tiroides (TSH o tirotropina) está reconocida como un método sensible en el diagnóstico del hipotiroidismo primario y secundario.1 La TSH es secretada por el lóbulo anterior de la hipófisis e induce la producción y liberación de tiroxina y triyodotironina de la glándula tiroides.2 Es una glucoproteína con un peso molecular de aproximadamente 28.000 daltons, que consta de dos subunidades químicamente diferentes, alfa y beta.3
Aunque la concentración de TSH en la sangre es extremadamente baja, es esencial para el mantenimiento de la función tiroidea normal. La liberación de TSH está regulada por una hormona liberadora de TSH (TRH) producida por el hipotálamo. Los niveles de TSH y TRH están inversamente relacionados con el nivel de hormona tiroidea. Cuando hay un nivel elevado de hormona tiroidea en la sangre, el hipotálamo libera menos TRH, por lo que la hipófisis segrega menos TSH. Cuando el nivel de hormona tiroidea en sangre disminuye, se produce la acción contraria. Este proceso se conoce como mecanismo de retroalimentación negativa y es responsable de mantener los niveles sanguíneos adecuados de estas hormonas.
La TSH y las glicoproteínas hipofisarias: hormona luteinizante (LH), hormona foliculoestimulante (FSH) y gonadotropina coriónica humana (hCG), tienen cadenas alfa idénticas. Las cadenas beta son distintas, pero contienen regiones con secuencias de aminoácidos idénticas. Estas regiones de homología pueden causar una considerable reactividad cruzada con algunos antisueros policlonales de TSH.
---